lunes, 29 de junio de 2015

Te Amo

Ellos estaban todos los días juntos. Se iban todos los días juntos en la micro al colegio. Ella miraba por la ventana, miraba los árboles, los edificios, la gente; él la miraba a ella. Eran compañeros de curso desde hace años; ella era una de las mejores alumnas del curso, se pasaba todas las clases poniendo atención a lo que explicaban, tomando apuntes y tal vez en algún momento hablando con alguna amiga; él pasaba casi todas las clases mirándola discretamente.

Vivían bastante cerca. Sacaban a pasear a sus perros a la misma hora y al mismo parque. Se sentaban cerca, los soltaban y dejaban correr por el parque, a veces los perros se acercaban entre ellos y jugaban un poco.

Ella hacía siempre las compras para la casa que su mamá le pedía, él hacia las de la suya desde que descubrió eso. Él siempre se demoraba sólo unos minutos en juntar las cosas que necesitaba y la esperaba, porque ella se demoraba más en comprar, recorría el supermercado con calma y sacaba lentamente las cosas que iba a llevar. Iban a pagar al mismo tiempo y siempre él se ponía a dos o tres cajas de ella, casi sin ponerle atención a la cajera por estar mirándola sólo a ella.

Iban siempre a comer a los mismos lugares. Ella iba a veces a algún local de comida rápida, algún café o un restaurante con uno o más amigos en las tardes y se quedaban algún rato después de comer a conversar y reírse. Él se sentaba alejado de ella, solo, pero lo suficientemente cerca como para poder verla comer, hablar, y sonreír. Siempre él compraba cualquier cosa para comer o tomar, lo que fuera solamente para poder estar ahí, muchas veces se iba sin siquiera tocar su comida.

Pero a pesar de todo eso había algo que él no entendía. No entendía por qué ella nunca se fijaba que él estaba ahí. No lograba comprender por qué a pesar de todo lo que hacía y había hecho por ella, de las horas de clases que habían pasado juntos, de esos ratos en el parque, de esas caminatas bajo la lluvia, de esas películas en el cine, de esos almuerzos juntos, incluso después de haber estado ahí cuando su novio termino con ella en una estación de metro, a pesar de todo eso ella no tenía ni la más mínima idea de su existencia.

De todas formas, nada de eso importaba ya, porque ese día todo cambiará. Ese día ella sabrá que él existe, y pasarán una inolvidable y hermosa tarde juntos en su casa. Al principio a ella no le gustará mucho la idea, se resistirá pero es pequeña delgada, él es grande y fuerte, al final ella va a ceder. Los padres de él trabajan todo el día así que estarán solos ese día en su casa; la llevará a su cama, tal vez con un poco de fuerza, y la acostará junto a él. Ahí la tratará de besar y ella tampoco accederá inmediatamente. Eso es algo que no puede permitir, se merece ese beso, la ama con todo su corazón, la necesita, tiene que ser suya, completamente suya. Así que en ese momento él deberá hacerlo. Será corto y rápido, ella probablemente grite, patalee e intente golpearlo, pero no servirá de nada, él se impondrá, hará lo que debe hacer y luego ella se relajará completamente. 


Después de eso todo será tan romántico y perfecto como él espera. Pondrá algo en la televisión y lo verán juntos, apoyará su cabeza en el pecho de ella y cerrará los ojos con una sonrisa en los labios mientras ella lo observaba. Lo seguirá y seguirá observando con sus profundos ojos verdes. Es lo único que ella hará. No se moverá de ahí, no hablará nada, no se quejará y sobre todo, no dejará de mirarlo con esos bellos ojos. Lo último que hará será mirarlo, sin cerrar más sus hermosos y vacíos ojos...

(Imagen: StephanieL11 - Flickr)