lunes, 12 de diciembre de 2011

Bienvenido al Show

-¿Qué es esto que vemos?

-Esto es el mundo, muchacho – respondió el hombre. Tenía una estatura relativamente más alta que el joven.

-¿Y por qué es así? ¿Qué le pasa?- él no entendía nada de lo que estaba viendo.

-¿Qué le pasa? No le pasa nada, está perfectamente bien. El problema son sus habitantes.

El chico estaba en un lugar extraño, no podía entender bien si se encontraba viendo la atracción de un retorcido circo o la extraña exhibición de un antiguo museo. El sujeto que le hablaba era un hombre alto y delgado, tenía una descuidada cabellera negra que le llegaba hasta los hombros y vestía un traje que en otro tiempo debió lucir elegante y majestuoso, pero que ahora estaba harapiento. A pesar de todo al simplemente verlo se notaba que él no era un hombre común y corriente, estaba mucho más allá de eso.

-¿Y quienes habitan ese mundo?

-Unas curiosas y extrañas criaturas que se hacen llamar humanos. El término “humano” ahora no es más que el increíble culto a su ego, usan esa palabra sólo para diferenciarse del resto de los seres vivientes de su planeta, debido a cualidades que ellos graciosamente creen que los hacen superiores a los que despectivamente llaman “animales”.

-¿Pero qué son específicamente esos humanos?

Al joven ya no le agradaba tanto lo que le estaban contando, pero la forma de hablar de ese hombre tenía algo extrañamente cautivador. Hablaba con cambios extraños en su tono de voz, en momentos como si contara la historia épica más grande que se hubiese escrito, y a ratos como si no contara nada más que un chiste de mal gusto.

-¿Los humanos? Jajaja, ellos aseguran ser el milagro del ridículo proceso al que llaman evolución, lo que piensan es, la única respuesta realista para un evento casi mágico. La verdad es que la existencia humana es producto de algo mucho más simple y trágico de lo que ellos piensan.

-¿Cómo pasó? Quiero saber más

El muchacho tenía algo más en la mente, algo que por momentos parecía ser más importante que lo que le estaba hablando ese hombre, pero no lograba pensar en otra cosa más que en la fascinante historia que le estaban contando.

-Lo que los ingenuos humanos tanto alardean llamando “evolución”, no es más que el resultado de una grave enfermedad ocasionada por un extraño virus que afectó a los simios primitivos que habitaban su entonces también primitivo planeta. El virus se desarrolló y fue empeorando hasta derivar en lo que se llama comúnmente “hombre moderno”. Fue una terrible tragedia.

-¿Pero cómo van a poder ser así como los describe? ¿No ha visto bien todas las cosas que han logrado? ¿Todos los avances que han hecho? Todo lo que…

-¡¿Y eso qué importa?! Cualquier logro conseguido por ellos buscan como poder usarlo para autodestruirse, se exterminan de forma lenta en estúpidas guerras de las que nunca obtienen nada. Millones y millones de ellos mueren por falta de alimento mientras millones más engordan de forma asquerosa. Los poderosos viven en enormes mansiones que podrían cobijar a decenas de familias, mientras esas familias no tienen donde vivir. Los cerdos corruptos se alimentan del esfuerzo de toda la gente que los mantiene. Pero eso no importa. Lo más aberrante de todo es que no les basta con autodestruirse, están también de a poco acabando con su planeta y todos los seres que lo habitan, se llevan consigo la extinción de todo un mundo, son una plaga de enfermos seres egoístas que no logran ver más allá de su propia nariz...

En ese momento el chico dejó de poner atención. Observaba a ese hombre, que estaba completamente dentro de sus pensamientos, fuera de toda realidad, concentrándose en una furia y odio increíblemente grandes, como si sintiera ansias de desaparecer a todos esos humanos de su planeta. El joven sintió un miedo tremendo mientras el hombre seguía hablando, ya sin si quiera ponerle atención al chico.

Empezó a alejarse de ahí hasta que salió corriendo del lugar. En las paredes veía dibujos y pinturas de extraños y lejanos mundos, y de seres increíbles más antiguos que la creación misma, esperando pacientemente que llegara su momento.

Corrió lo más rápido que pudo hasta encontrar la salida de aquel lugar, siguió corriendo y no se detuvo hasta que perdió sus fuerzas, intentaba desesperadamente estar lo más lejos que pudiera de ese horrible y perturbador lugar, y de su terrorífico anfitrión.

PD: Oh si, para escribir esto me inspire completamente en Alice Cooper.

(Imágenes: Mauricio Herrera / Ken Settle)