lunes, 12 de diciembre de 2011

Bienvenido al Show

-¿Qué es esto que vemos?

-Esto es el mundo, muchacho – respondió el hombre. Tenía una estatura relativamente más alta que el joven.

-¿Y por qué es así? ¿Qué le pasa?- él no entendía nada de lo que estaba viendo.

-¿Qué le pasa? No le pasa nada, está perfectamente bien. El problema son sus habitantes.

El chico estaba en un lugar extraño, no podía entender bien si se encontraba viendo la atracción de un retorcido circo o la extraña exhibición de un antiguo museo. El sujeto que le hablaba era un hombre alto y delgado, tenía una descuidada cabellera negra que le llegaba hasta los hombros y vestía un traje que en otro tiempo debió lucir elegante y majestuoso, pero que ahora estaba harapiento. A pesar de todo al simplemente verlo se notaba que él no era un hombre común y corriente, estaba mucho más allá de eso.

-¿Y quienes habitan ese mundo?

-Unas curiosas y extrañas criaturas que se hacen llamar humanos. El término “humano” ahora no es más que el increíble culto a su ego, usan esa palabra sólo para diferenciarse del resto de los seres vivientes de su planeta, debido a cualidades que ellos graciosamente creen que los hacen superiores a los que despectivamente llaman “animales”.

-¿Pero qué son específicamente esos humanos?

Al joven ya no le agradaba tanto lo que le estaban contando, pero la forma de hablar de ese hombre tenía algo extrañamente cautivador. Hablaba con cambios extraños en su tono de voz, en momentos como si contara la historia épica más grande que se hubiese escrito, y a ratos como si no contara nada más que un chiste de mal gusto.

-¿Los humanos? Jajaja, ellos aseguran ser el milagro del ridículo proceso al que llaman evolución, lo que piensan es, la única respuesta realista para un evento casi mágico. La verdad es que la existencia humana es producto de algo mucho más simple y trágico de lo que ellos piensan.

-¿Cómo pasó? Quiero saber más

El muchacho tenía algo más en la mente, algo que por momentos parecía ser más importante que lo que le estaba hablando ese hombre, pero no lograba pensar en otra cosa más que en la fascinante historia que le estaban contando.

-Lo que los ingenuos humanos tanto alardean llamando “evolución”, no es más que el resultado de una grave enfermedad ocasionada por un extraño virus que afectó a los simios primitivos que habitaban su entonces también primitivo planeta. El virus se desarrolló y fue empeorando hasta derivar en lo que se llama comúnmente “hombre moderno”. Fue una terrible tragedia.

-¿Pero cómo van a poder ser así como los describe? ¿No ha visto bien todas las cosas que han logrado? ¿Todos los avances que han hecho? Todo lo que…

-¡¿Y eso qué importa?! Cualquier logro conseguido por ellos buscan como poder usarlo para autodestruirse, se exterminan de forma lenta en estúpidas guerras de las que nunca obtienen nada. Millones y millones de ellos mueren por falta de alimento mientras millones más engordan de forma asquerosa. Los poderosos viven en enormes mansiones que podrían cobijar a decenas de familias, mientras esas familias no tienen donde vivir. Los cerdos corruptos se alimentan del esfuerzo de toda la gente que los mantiene. Pero eso no importa. Lo más aberrante de todo es que no les basta con autodestruirse, están también de a poco acabando con su planeta y todos los seres que lo habitan, se llevan consigo la extinción de todo un mundo, son una plaga de enfermos seres egoístas que no logran ver más allá de su propia nariz...

En ese momento el chico dejó de poner atención. Observaba a ese hombre, que estaba completamente dentro de sus pensamientos, fuera de toda realidad, concentrándose en una furia y odio increíblemente grandes, como si sintiera ansias de desaparecer a todos esos humanos de su planeta. El joven sintió un miedo tremendo mientras el hombre seguía hablando, ya sin si quiera ponerle atención al chico.

Empezó a alejarse de ahí hasta que salió corriendo del lugar. En las paredes veía dibujos y pinturas de extraños y lejanos mundos, y de seres increíbles más antiguos que la creación misma, esperando pacientemente que llegara su momento.

Corrió lo más rápido que pudo hasta encontrar la salida de aquel lugar, siguió corriendo y no se detuvo hasta que perdió sus fuerzas, intentaba desesperadamente estar lo más lejos que pudiera de ese horrible y perturbador lugar, y de su terrorífico anfitrión.

PD: Oh si, para escribir esto me inspire completamente en Alice Cooper.

(Imágenes: Mauricio Herrera / Ken Settle)

sábado, 15 de octubre de 2011

Nueva Vida

Me estoy recién despertando. ¿Significa que estuve durmiendo? Pero estoy al medio de la calle, ¿Por qué estaba durmiendo acá?

Intento levantarme pero mi cuerpo no reacciona. Me duele, todo me duele. Me cuesta un poco pero logro mover las manos y de a poco los brazos. Los voy doblando lentamente hasta que logro poder sentarme. Me siento mareado y me duele la cabeza, bueno, todo el cuerpo para ser exacto. No sé qué pasa. Intento pensar y recordar pero no recuerdo nada de lo que pasó hasta hace unos días atrás. ¿Y qué hacía en el suelo al medio de una calle en plena noche? ¿Tuve un desmayo? ¿Me quedé dormido? ¿Y por qué me duele tanto el cuerpo?

Empiezo a mirar alrededor para identificar dónde estoy, pero no reconozco el lugar… o sí? La calle no es muy grande, hay muchas casas pero todas con las luces apagadas, no se alcanzan a divisar personas caminando ni autos transitando. Y extrañamente no se escucha ningún tipo de ruido, aunque creo también que mis oídos no está funcionando perfectamente bien.

Decido ponerme de pie pero me cuesta demasiado. Mi cuerpo está débil y no reacciona bien. Me afirmo en un poste que hay cerca de mí y logro lentamente ir levantándome. Pero en cuanto logro ponerme de pie, mi cuerpo tiembla, mis piernas se doblan y caigo al suelo. Esto es completamente ridículo, cómo no voy a poder hacer algo tan sencillo como mantenerme en pie. Afirmándome del mismo poste vuelvo a intentar pararme y me mantengo afirmado de él. Mi mente no reacciona muy bien pero me concentro en mis piernas hasta lograr que se queden firmes y pueda estar parado. Trato de ponerme a caminar pero me siento torpe, logro doblar solamente una rodilla y avanzo un par de metros simplemente arrastrando la otra pierna.

De repente siento un enorme alivio, veo al otro lado de la calle a una mujer, y la verdad ya me estaba empezando a preocupar la falta de personas. La mujer está corriendo, luce asustada, pero no sé por qué. Lleva puestos unos tacos, que le dificultan la forma de correr, hasta que en un momento se dobla un pie y cae. Pienso en ir a ayudarla pero me doy cuenta que, por el mismo camino por el que venía ella, se acerca lentamente un hombre caminando, que curiosamente camina casi de la misma forma que yo hace unos momentos. Pienso que él va a ayudarla a levantarse y ver si está bien, pero en cuanto ella lo ve se pone rápidamente de pie y con una expresión de dolor en el rostro, camina lo más rápido que puede alejándose de él. Pero el pie que se dobló no está bien y se le nota, no puede avanzar muy rápido y el hombre logra alcanzarla. Torpemente la toma del brazo, la arroja al suelo y se lanza encima de ella. La mujer da un grito tremendo cuando él hombre se le acerca y le algo que me deja completamente horrorizado.

El hombre la mordió en el cuello y le arrancó un pedazo completo, mientras lo masticaba con fuerza. Luego sigue haciendo lo mismo numerosas veces, a veces tragando los pedazos o solamente saca más mientras los otros se caen de su boca, mientras la mujer grita desesperadamente. Intento gritar algo a él para hacer que se detuviera o a alguien para pedir ayuda, pero lo único que sale de mi boca es un sonido gutural que ni siquiera logra formar palabra alguna.

Todo empieza a juntarse en mi cabeza, la escena que está ocurriendo al frente de la calle, el dolor en todo mi cuerpo, mi dificultad para moverme y mi incapacidad de hablar, todo se junta y no logro concentrarme en nada específico. Pero sin darme cuenta surge una idea entre todas las demás, una idea casi insignificante en la que no me había fijado y que me deja totalmente helado. No puedo sentir los latidos de mi corazón. Intento dejar mi mente en blanco para escuchar algo e incluso toco mi pecho, pero no siento absolutamente nada.

Y en ese momento, como un golpe, todo llega a mi cabeza. Lo recuerdo todo. En la televisión alertaban sobre una peligrosa infección, y mientras pasaban los días mostraban su desarrollo y contaban que se comenzaba a extender, aconsejando evitar salir a la calle a menos que fuera totalmente necesario. No hice caso y fui a trabajar, pero cuando iba de regreso a mi casa, no sé cómo ni en qué momento me mordieron. Fue un dolor indescriptible pero logre salir corriendo hasta terminar desmayándome del dolor. Lentamente toco mi cintura y espantado me doy cuenta de que me falta un enorme pedazo. Pero no importa, no siento absolutamente nada ya. Ni siquiera me di cuenta de que estoy caminando hacía la vereda de enfrente, y ni siquiera puedo detenerme... o no quiero? Ahí el hombre sigue devorando a esa mujer que ahora yace muerta en el suelo. En mi mente solo tengo la idea de imitar lo que él está haciendo, pero no quiero hacerlo. Mi cabeza se está nublando, y no logro sentir bien mis pensamientos, sólo puedo pensar ahora en un hambre increíblemente grande que urgentemente necesito saciar, y hay comida suficiente para los dos.

(Imágenes: Peerro - Deviantart / Mauricio Herrera)

lunes, 12 de septiembre de 2011

Historia de un Mundo

Estamos en el año… no lo sé. Hace demasiado que ya nadie puede decir con exactitud la fecha que es. Lo que sí sé es que me llamo Mark, tengo 21 años y formo parte de lo que creemos es uno de los últimos grupos humanos que existe en el mundo, o por lo menos algunos de los últimos que vivimos en algo parecido a la libertad. Estas son las primeras y probablemente las últimas anotaciones que haré en este diario por si alguna otra persona, en alguna época donde todo esto haya terminado, lo encuentra pueda conocer nuestra historia.

No sé exactamente cómo ni cuándo empezó esto, nunca hubo o ningún tipo de registro de cómo las cosas llegaron a esto, y si lo hubo fue destruido, se perdió o está en cualquier lugar donde no tenemos acceso a él, pero la historia se ha ido transmitiendo de generación en generación, y hay una idea básica en esto: antes era distinto. Antes el mundo completo estaba poblado por miles de millones de personas, ocupaban toda la parte terrestre del mundo y poseían distintas culturas, distintas costumbres, incluso distintas características físicas que generaban formas de diferenciarse. Mi abuela, el único familiar sanguíneo que poseía hasta hace unos años, me contaba que en esa época, llamada entre nosotros el Tiempo del hombre, cada territorio del planeta estaba gobernado por distintos países. El resto de la historia es simplemente horrible. Hasta el día de hoy no logro entender como la gente, tan humanos como nosotros, podían ser tan crueles, ambiciosos e indiferentes con otras personas de su misma especie. Pero lo eran. En ese tiempo había disputas entre los distintos países por territorios, materias primas que usaban o por el simple hecho de poseer soberanía sobre los demás. La tecnología era algo manejado por todas las personas, pero creado y producido por una cantidad menor. La mayoría de los artefactos tecnológicos y los inventos que se hacían eran usados para simple entretención de la gente común, y los mismos creadores de éstos los hacían con ese fin. Pero como mi abuela siempre me decía, por cada persona que creaba algún aparato para ayudar o entretener a los demás, había dos más que buscarían como usarlos para dañarlos. Por otro lado, en ese momento la industria armamentista era enorme, no había ningún país que no tuviera un gran arsenal de armas, estaban listos para cualquier guerra incluso si no la había. Pero en algunos países no se conformaban solamente con eso, sino que buscaban siempre crear nuevas y mejores armas. Y fue en uno de esos países donde pasó.

No sé cómo se llamaba, y no importa. Pero si sé que era uno de los más poderosos de ese momento, sino el más poderoso. Tenían un arsenal y un ejército capaz de arrasar con casi cualquier otro país, y siempre estaban actualizándolo y creando nuevas armas y vehículos de combate. Llego cierto momento en que se les acabaron las innovaciones en aviones, tanques y barcos, incluso no había nuevas armas que entregarles a sus soldados. Así que en ese momento surgió la idea de crear ejércitos de autómatas. Se creó incluso una nueva división especialmente dedicada a eso. Lo demás de la historia no sé si de verdad paso, o alguien lo invento para intentar explicar desesperadamente como pudo terminar de esta forma el mundo, pero dicen que había un científico o ingeniero encargado de ese proyecto, una de las mentes más brillantes del planeta. Comenzó a lograr grandes avances, creando seres mecánicos con las cualidades humanas que necesitaban, pero aumentadas enormemente, más fuertes que cualquier persona, más ágiles, incluso la inteligencia artificial que poseían era mayor que la capacidad mental de los humanos. Hasta que se salieron de control… o los hicieron salirse de control. Y es esta la parte de la historia que aun nadie me ha podido decir con seguridad si es verdad o no, pero que en mayor o menor cantidad, todos creemos. Se dice que a pesar de haber tenido un control completo sobre las maquinas que fabricaban, el encargado de toda la producción tenía una influencia tan grande, que nadie ni siquiera logro saber cómo y en qué momento creó una conexión entre todas y cada una de sus creaciones y él, teniendo un control completo sobre ellas y logrando que hicieran cada movimiento y obedecieran cada orden que el daba. Siempre se dice que era un buen hombre, una persona que intentaba ayudar al mundo y conseguir el bien de la gente, que pensaba que el mundo no estaba listo para manejar esa tecnología pero que si no la fabricaba él alguien más lo haría y quería tener él la responsabilidad de los actos de sus creaciones, pero eso no importaba, no era más que un simple ser humano. Y lamentablemente un poder tan inmensamente grande tiene la también inmensamente grande capacidad de corromper la mente, los ideales, y la personalidad de cualquier persona, no importaba que tan bueno fuera, en ese momento poseyó el el ejército más grande que existía en ese momento y él lo menos que podía hacer era utilizarlo.

Después de ese momento, en cosa de días ganó el control total de ese país, exterminando a casi toda su población y esclavizando al resto para ser utilizada como mano de obra para seguir incrementando su ejército. La primera reacción de las demás naciones fue declararle la guerra al ver en él una amenaza tan grande. Pero eso no importó. Ya en ese momento, y con la velocidad a la que iba creciendo su ejército, ningún país tenía la capacidad de hacerle frente, ni siquiera todos juntos.
Todos, desde una persona sin hogar que pasaba cada noche en las calles, sin más abrigo que los periódicos que encontrara en la basura, hasta el hombre que más dinero pudiera tener, que nunca tuvo la necesidad de trabajar ni esforzarse por nada en su vida, veían como el mundo que conocían dejaba de ser eso y se iba destruyendo lentamente, inmerso en una guerra que la humanidad parecía lentamente ir perdiendo. Y al final todas las personas iban también sufriendo el mismo destino, las desalmadas máquinas arrasaban ciudades enteras aniquilando casi por completo cualquier forma de vida que se fuera cruzando en su camino. El mundo poco a poco se iba convirtiendo en un simple recuerdo de lo que fue alguna vez, y las ciudades se iban reduciendo a simples ruinas.
Pero si el hombre no es perfecto, tampoco pueden serlo sus creaciones. A pesar de las tremendas capacidades que tenían esas máquinas, seguían sin ser perfectas. No importa cuanta capacidad destructiva ni de localización tuvieran, nunca podían llegar a absolutamente todas las personas de alguna ciudad, siempre iba a quedar algún mínimo grupo que lograra sobrevivir como fuera posible, solamente para después seguir una vida con el constante riesgo de ser encontrados y asesinados o esclavizados. Y en uno de esos grupos nací yo.

¿Y qué pasó con el hombre que provocó todo esto? Esa pregunta solo provoca un montón de historias, casi ninguna de ellas muy creíble. La más contada de todas dice que al ver que envejecía, y que pronto dejaría el mundo que estaba creando, se convirtió a sí mismo en un organismo casi más mecánico que humano, creando una unión con cada uno de los que él llamaba sus hijos, viviendo hasta el día de hoy, cientos de años después, gracias a la vitalidad que le dan ellos, recluido en el fondo de una enorme fortaleza metálica ubicada donde él mismo comenzó todo esto.

Quisiera poder tener tiempo también de escribir acá mi propia historia de vida, pero siento que la historia de este mundo, del mundo en el que nací y el que nunca pude ver, tiene una importancia mayor que eso. Desearía también que se me hubiera ocurrido esta idea que fuera un par de horas atrás. Pero ya es muy tarde para eso. Porque lo peor de todo esto es que escucho como se acercan por todas partes decenas de pies metálicos que se acercan a nuestro escondite rodeándonos. Sabíamos que en algún momento nos iban a encontrar, pero no esperaba que fuera ahora. Si este es el fin para mi, nadie podrá nunca decir que no dejé mi pequeña marca en este mundo...

(Imágenes: Peerro - Deviantart)

sábado, 20 de agosto de 2011

Duerme, Pequeña

“El príncipe rescató a la princesa y la llevo a su castillo, donde vivieron felices para siempre. Fin”
Así la madre de Sofía terminaba de leerle un cuento antes de que se durmiera. Le da un beso en la mejilla mientras acomoda al lado suyo a su muñeca Mimí, le recuerda cuánto la ama y le dice buenas noches, la verá en la mañana.

Ya pasaron unas cuatro o cinco horas y de repente Sofía se despierta, toma del brazo a Mimí, se levanta y decide ir al baño a tomar agua. Abre su puerta y casi al frente tiene la puerta del baño, no tiene que pasar por el pasillo, pero si cruza el principio de él, pudiendo mirar hasta el living de su casa por él. Pasa rápidamente hasta el baño para no mirar por el pasillo, pero igual lo hace por un segundo. Entra al baño y cierra la puerta de inmediato pero no puede evitar un pensamiento que viene a su cabeza… “¿Había dos puntos brillantes al final del pasillo?” No, que estúpido, ¿qué podría haber sido de todas formas? Hace lo que tiene que hacer, toma un poco de agua y decide volver a su habitación. Agarra con fuerza a Mimí y apaga la luz del baño casi al mismo tiempo que abre la puerta y pasa corriendo hacia su habitación, entra y cierra la puerta. Pero nuevamente algo pasa por su cabeza, y esta vez con más seguridad que antes, definitivamente había dos puntos brillando en el living de su casa, y seguían sus movimientos.

Intentó como pudo dejar de pensar en eso, volvió a su cama y apagó la luz. Pero de todas formas se tapó completamente con las frazadas, sólo por si acaso. Había pasado un rato, estaba intentando dormir hasta que algo hizo que se le fuera el sueño completamente. Había sentido, posiblemente en el living, un ruido. Podría haber sido su gata, que quizás movió algo caminando entre los muebles... no, su gata dormía siempre en la cama de sus papás. ¿Entonces que podría haber sido? En ese momento decide hacer algo que nunca habría esperado hacer, ni siquiera sabía bien por qué lo haría, pero no iba a estar tranquila hasta que lo hiciera. Prendió la luz de su lámpara y tomó una pequeña linterna que guardaba. Se levantó y caminó hasta su puerta, la abrió y muy lentamente caminó hasta donde empezaba el pasillo. Prendió la linterna y apuntó con ella hacía el living. Al principio no quería mirar hacia allá pero de todas formas lo hace. Su corazón latía a una velocidad enorme mientras empieza a alumbrar las partes que se alcanzaban a ver bien, pero lentamente se le va pasando al comprobar que no había nada extraño ni distinto en él, mientras ella iba calmándose y se convencía de que no había nada que temer. Esa sensación duró apenas un par de segundos, hasta que con la linterna alumbró un sillón y vio una pequeña forma negra que salía de la parte de atrás de él. Era delgada y alargada como si fuera… ¿una cola? Apenas la iluminó, esa cosa se escondió completamente detrás del sillón.

En ese momento la niña sintió un miedo tan tremendo que la linterna se cayó de sus manos, mientras ella corría a encerrarse en su habitación y taparse completamente dentro de su cama. Ya no pensaba en suposiciones, ni en su gata, ni en que era su imaginación, ni nada, había algo en el living de de su casa. ¿Entonces qué haría? Lo primero que hizo fue tomar una silla y ponerla haciendo presión contra la manilla de su puerta, en todas las caricaturas que le gustaba veía que hacían eso, y parecía siempre funcionar.

Volvió a acostarse a su cama abrazando a su muñeca y se quedó sin hacer nada, simplemente esperando que pasara lo que pasara. Cerró los ojos pero ponía atención a cualquier ruido fuera de lo normal. Al principio no oía nada extraño, pero eso ya no la tranquilizaba, solamente la inquietaba aún más. Y por fin logró escuchar algo. Era un suave sonido a la altura de su pasillo, como si unos pies pasaran suavemente por ahí. Se metió lo más dentro que pudo de la cama y apretó los ojos, como tratando de escapar de ahí, de estar en otro lugar, donde se sintiera segura y protegida… pero en el fondo sabía que seguía ahí, seguía solamente en su habitación y esa cosa se estaba acercando por el pasillo. De repente dejó de sentir los pasos, cuando ya habían cruzado casi todo el pasillo, ahora simplemente tenía que esperar. Y eso hizo, esperó. Y siguió esperando. Pero pasaban los minutos y no sentía nada. Ningún ruido, ningún movimiento, ninguna señal de que hubiera nada fuera de lo normal, sólo los pensamientos de su cabeza. Entonces volvió a pensar ¿y si simplemente se lo estaba imaginando? ¿Y si en verdad todo era la más desagradable pesadilla que había tenido? ¿Y si en su casa no había nada más que ella y sus padres que dormían tranquilamente en la habitación de al lado? ¿Y si sólo era una horrible broma que su mente le estaba jugando para no poder dormir tranquila esa noche? Apretaba con fuerzas a Mimí, como si esperara que la muñeca le dijera que tenía razón en todo eso.

No, lo que pasaba no era mentira. Y se dio cuenta de eso de la forma más desagradable posible. Sintió un pequeño arañazo en su puerta. Siguió sintiendo algo con punta que se movía por la puerta hasta que encontró lo que buscaba, la manilla, que empezó a girar hasta que la puerta lentamente empieza a abrirse. Sin saber por qué en ese momento le dio más miedo la idea de quedarse completamente tapada en vez de ver qué era lo que intentaba entrar en su habitación, así que decidió sacarse de encima las frazadas. Solamente vio su puerta aún cerrada, pero se dio cuenta que de a poco se empezaba a sacudir, como si la intentaran abrir, pero la silla que había puesto impedía que eso pasara. La puerta se sacudió un par de veces más, se quedó quieta y la manilla volvió a su punto original.

Se sentó en la cama para ver bien si lo que había pasado era verdad, mientras comienza a relajarse. Pero un segundo después de eso, sintió un golpe tremendo y vio como su puerta se caía y la silla que la apoyaba era lanzada hasta los pies de su cama, apareciendo donde recién estaba su puerta una figura completamente negra, excepto por dos ojos brillantes que la observaban y dos grandes hileras de irregulares colmillos grandes y blancos, por los que pasaba una larga lengua verde. La figura era como un gran animal cubierto de pelo negro, parado en sus dos patas traseras, sus patas delanteras eran como brazos que casi llegaban hasta el suelo y terminaban en cuatro grandes y afiladas garras cada uno. Tenía dos grandes cosas que debían haber sido orejas en punta y una larga y delgada cola que se enrollaba en el suelo. Estaba totalmente manchado con sangre.

Dio un grito enorme de miedo cuando esa cosa botó la puerta y lo primero que hizo, casi como reflejo, fue tomar a su pequeña muñeca Mimí y lanzársela a ese animal, en un desesperado intento de que su eterna compañera, la que estaba con ella siempre en el columpio y con la que tomaba té todos los días, la protegiera de esa enorme cosa que quería entrar a su habitación. Obviamente la muñeca ni siquiera inmutó a la criatura, que siguió un par de segundos más parada en el marco de la puerta, respirando fuertemente, chorreando baba por su boca y mirando a la niña.

Hasta que tomando un poco de impulso, de un gran salto la cosa cayó encima de la cama, observándola. Ella lo primero que reaccionó a hacer fue retroceder desesperadamente lo más que pudo, alejándose de eso, pero cuando iba a bajarse de la cama, el animal la tomó del cuello con una de sus grandes garras y la alejó del suelo. Lentamente comenzó a presionar su cuello con esas enormes manos negras, mientras ella gritaba sin saber bien si de miedo o dolor y se preguntaba por qué sus padres no se levantaban e iban a ayudarla, sin saber que ellos habían muerto y sido despedazados silenciosamente hace más de una hora, sin apenas tener consciencia de qué pasó.

El animal la  miraba directo a los ojos, mientras ella lentamente iba perdiendo las fuerzas para seguir gritando, el aire dejaba de pasar por su garganta y sus pensamientos se volvían difusos. Lo último que la pequeña Sofía logró ver fue a su muñeca Mimí tirada en el suelo, impotente por no poder ayudar a su amiga, por no poder salvarla de una bestia que había entrado sólo a matar a la niña que le había dado un hogar y largas y hermosas tardes de juego.

Después de eso, la enorme cosa negra se paró de la cama de ella, dejándola ahí, sin hacerle absolutamente nada más. No había tiempo para eso. Su nariz empezaba a percibir algo. Se acercó a la ventana de la habitación y miró hacia afuera, a la casa de al lado, la abrió un poco y se deslizó hacia afuera lentamente. Observó la otra casa, obviamente sin poder ver lo que había dentro. Pero eso no importaba, porque no necesitaba ver nada para saber que ahí dentro dormía plácidamente el pequeño Tomás…

(Imágenes: Joshua Hoffine)

jueves, 28 de julio de 2011

Caminata Nocturna

Eran cerca de las tres de la mañana. Si hubiera sido fin de semana tal vez habrían personas caminando. Pero era miércoles y no había nadie en esa calle. Nadie excepto el, obvio. Caminaba solo por la calle, silencioso, lento y despreocupado. Ya había comido suficiente y por el momento no tenia nada más que hacer. Vio una casa que aún tenia luces encendidas. Por un gran ventanal en el frente se veía claramente el interior de la casa. Era el living, había tres sillones, un pequeño mueble, una lampara grande y adornos por todas partes. En el sillón mas grande había una joven medio recostada leyendo una revista. La miro a través del vidrio, debía tener un poco mas de veinte años, era alta y rubia. Vio lo poco que alcanzaba a distinguir de su cara, su nariz pequeña y respingada, sus labios delgados pero grandes, su delicado mentón y su cuello. Su cuello, tan delgado, tan femenino, tan a la vista, tan apetecible. Pero el no podía entrar ahí, no sin ser invitado, obviamente. No tenia ganas de idear una forma de entrar a esa casa así que simplemente siguió caminando.

Unos metros mas adelante vio una figura que caminaba avanzando hacia él. Era una chica de más o menos la misma edad que la anterior, y con una contextura física parecida. Igual de irresistible.

De repente empezó a sentir la garganta seca, la boca se le hacía agua y nuevamente le daba hambre. Era absurdo eso, ya se había saciado recientemente... pero él nunca estaba saciado, cierto?

¿Entonces que haría? ¿Simplemente abalanzarse sobre ella? No, no podía hacer eso, tenia que acercarse de forma educada a ella, hablarle, ser gentil y tratarla bien. Por supuesto, porque eso es lo que hace un caballero... pero claro, él no era un caballero, no cuando tenia hambre. No, cuando tenia hambre era sólo un animal sin sentimientos, una bestia sin consciencia ni remordimientos que actuaba sólo siguiendo a sus instintos. Y ahora tenía hambre.

La chica siguió caminando tranquilamente. Ni siquiera alcanzó a reaccionar cuando una gran sombra se le lanzó encima y la empujó fuertemente contra una pared. No se dio ni cuenta cuando una gran mano le tapó la boca apretándosela y le golpeó fuertemente la cabeza contra la muralla, dejando su cuello totalmente al aire. Apenas pudo formar un pensamiento de terror cuando vio esos horribles y hambrientos ojos rojos. Y ni siquiera pudo mover un músculo para defenderse antes de que dos grandes colmillos se clavaran profundamente en su garganta para consumir rápidamente su vida.