lunes, 22 de septiembre de 2014

Un Nuevo Amigo

El pequeño David se sentó a los pies del gran árbol junto al río cerca de la una de la tarde, igual que cada día, era su momento favorito del día para hacer eso, la tarde recién comenzaba, la sombra era agradable y le relajaba observar el agua. Desde hace años iba todos los veranos con su familia a la casa que tenían fuera de la ciudad, y aunque antes sus padres no lo dejaban alejarse mucho, a medida que fue creciendo iba recorriendo más los alrededores, hasta el día que encontró ese lugar. La vez que lo encontró se quedó toda la tarde sin notar el paso del tiempo, hasta que oscureció y escuchó que sus padres lo buscaban preocupados. A partir de entonces siguió yendo todos los días que se encontraban de vacaciones, exactamente a la misma hora y a veces de forma casi inconsciente. Siempre pasaba ahí por lo menos un par de horas, y luego volvía a su casa a almorzar, se sentía muy relajado cuando estaba en ese lugar y a veces le daba hasta la leve impresión de que dormía, pero tenía claro que estaba despierto todo el tiempo.

Pero ese día, ese particular día después de años repitiendo lo mismo siempre, había algo distinto. En cuanto llegó y se sentó se quedó observando cómo corría el agua, igual que todos los días, pero buscando algún detalle diferente que hubiera pasado por alto. Miró todo lo que pudo los cerros que había en el horizonte, los arbustos que crecían a ambos lados del río, para encontrar eso que le provocaba la sensación de que no todo estaba como solía. Hasta que se dio cuenta de lo que era. Puso más atención y notó que un leve sonido le llegaba desde lejos.

Cuando localizó su dirección se puso de pie y lo siguió. Tuvo que cruzar el río pero no tuvo problemas para eso, no era muy profundo y la corriente no muy rápida, atravesó los arbustos y se internó en el pequeño bosque que ahí comenzaba. Caminó un largo trayecto mientras se daba cuenta de que el sonido provenía de una flauta que alguien tocaba más adentro del bosque. Cuando más se acercaba más fuerte sentía la agradable melodía, hasta que llegó a un pequeño claro donde, justo en el centro, vio a un enorme fauno tocando una gran flauta.

Se quedó de pie observándolo, tratando de darse cuenta de si era real o producto de su imaginación, hasta que el Fauno notó su presencia y se giró para mirarlo, con una sonrisa que lo asustó, pero lo fascinó al mismo tiempo. Dejó de tocar su flauta y le habló, diciéndole que no tuviera miedo y que no le haría daño, mientras daba un par de pasos en su dirección. El chico retrocedió instintivamente, pero la curiosidad fue más grande y se detuvo, observando atentamente al extraño ser, que lentamente llegó hacia él e hizo una pequeña reverencia mientras se presentaba, diciéndole su nombre en un extraño idioma que David no pudo entender. Después de hacerle un par de preguntas a David, el Fauno le empezó a hablar de él, de su vida y del lugar del que venía, le contó cosas por horas, sin que el niño tuviera noción del tiempo que pasaba, ni de que ya estaba oscureciendo, al darse cuenta de eso se disculpó y le dijo que debía irse rápidamente. El Fauno lo miró con tristeza y le preguntó si volvería a verlo, a lo que David respondió con una sonrisa que al día siguiente regresaría.

De esa forma comenzaron a verse todos los días, siempre en ese mismo lugar, donde pasaban horas juntos conversando. Hablaban de los lugares donde vivían, que por más que David preguntó, el Fauno nunca quiso decirle cómo llegar hasta ahí, de la gente que conocían y de las cosas que hacían. El chico estaba totalmente maravillado al conocer una realidad tan distinta a la suya, y de la fascinante y cautivadora forma en que le hablaba su amigo nuevo.

Un día cercano al fin del verano, el Fauno lucía melancólico y David le preguntó qué le pasaba. Él le respondió que tenía muchas ganas de conocer a alguien de su familia, y poder compartir los tres juntos antes de dejar de verse. El niño lo meditó un momento,pensó que sería demasiado difícil llevar a uno de sus padres y que podría crear problemas, así que decidió llevar a su hermanita pequeña y le dijo que al día siguiente lo haría. Cuando le contó a su hermana de su amigo, a ella no le costó creerle y emocionarse con la idea de conocerlo. 

A la tarde siguiente David nuevamente llegó a su lugar habitual de reunión, esta vez de la mano de su hermana, y ahí estaba su amigo como todos los días esperando. A pesar de su entusiasmo, la niña comenzó a ponerse un poco nerviosa, pero David intentó tranquilizarla y decirle que estaba todo bien. El Fauno hizo un gesto para que sólo ella se acercara, y su hermano esperó un poco más atrás. La niña se fue acercando lentamente hacia esa gran figura que la observaba atentamente, mientras él se agachaba para quedar a su altura. Mientras David observaba todo se comenzó a poner nervioso, hasta darse cuenta de que algo andaba mal, al ver la extraña y siniestra mirada en el Fauno unos segundos antes que estirara sus enormes brazos y agarrara a su hermanita. 

Ahí mismo, frente a sus ojos, y antes que cualquiera de los dos alcanzara siquiera a gritar, el Fauno enterró sus garras directo en el corazón de la niña, lo arrancó de su pecho y se lo metió en la boca, tragándolo completamente. En ese momento David logró gritar con todas sus fuerzas, sin poder creer lo que acababa de ver. Recién en ese momento el Fauno pareció recordar que el niño seguía ahí y lo miró, con una gran y perversa sonrisa. Aún sostenía el cadáver de su hermana mientras le decía al niño que estaba muy feliz de haberla conocido por fin, y le pedía que le llevara a más de sus familiares y amigos, él llevaría a los suyos y todos podrían  jugar juntos. David se volteó y arrancó lo más rápido que pudo, quería llegar donde su familia, quería saber que estaban bien y sacarlos de ahí, quería alejarse de ese lugar y nunca volver, pero aún cuando sus piernas empezaron a doler por el esfuerzo no dejó de escuchar al Fauno, que le gritaba que lo encontraría y llevaría a todos sus amigos, lo encontrarían a él y a su familia y jugarían a lo que acababa de jugar con su hermana.

(Imágenes: Steven Belledin / LilifIlane - Deviantart)

martes, 10 de junio de 2014

El Propósito de un Alma

 El anciano tose en su silla mientras pone una mano en su pecho y cierra los ojos con fuerza a causa del dolor; su salud ya no es lo que era, se debilita rápidamente. Mira alrededor y ve su antiguo y deteriorado taller, sus viejas herramientas sobre sus gastadas mesas de madera, sus antiguas paredes corroídas por la humedad, y su simple, por no decir escasa iluminación. Siempre fue un verdadero sentimental y nunca ha querido dejar de trabajar ahí, pero lógicamente ese es principalmente un lugar de reflexión, sí realiza algunos trabajos ahí, pero cosas menores, para los proyectos realmente importantes tiene sus otras instalaciones… en ese momento ve a su pequeño Tim acercándose lenta y torpemente hacia él.

Su Tim, su adorado hijo Tim. Bueno, su primer hijo solamente, porque había tenido muchos hijos más después de él, obviamente. Le encantaba conversar con ellos, lo hacían feliz y le daban la compañía que necesitaba; los amaba a todos, pero de distintas formas, eran todos distintos, pero todos lo trataban de la misma forma, y a él le encantaba eso. Tim trepó a la mesa y se sentó en ella, donde el anciano vio lo que tenía que hacer. Tomó su viejo destornillador y le ajustó ese pequeño tornillo en su brazo que siempre le fallaba.

Podría haber arreglado esa y otras fallas en Tim hace muchos años, pero nunca ha querido hacerlo; lo ama con sus pequeñas imperfecciones, le dan un toque de humanidad. Esa era la principal diferencia que tenía con sus otros hijos, ya que a diferencia de Tim, él no quiere que los demás se asimilen a los humanos, sino todo lo contrario, quiere que tengan todas las cosas de las que carecen los humanos, que no se cansen ni enfermen , que no se asusten ni acobarden, que jamás sean desobedientes.

Tim lo mira con expectación y se sienta en su hombro, sabe que llegó el tan esperado momento. El anciano se apoya en su bastón y con dificultad se pone de pie; cuando comienza a caminar sufre un ataque de tos y se tapa la boca con un pañuelo, cuando lo mira ve que hay sangre en él. Sabe que su tiempo se agota y que pronto morirá. Entra a la habitación de al lado y las luces se encienden solas. Es más grande que su taller y distinta en absolutamente cada sentido, es totalmente moderna, con máquinas y aparatos totalmente avanzados y una pulcritud que hace parecer que nunca haya entrado nadie ahí.

Sin perder tiempo se acuesta en la camilla que está al centro de la sala, se conecta electrodos en la cabeza y con ayuda de Tim se coloca distintos cables inyectados en distintas partes de su cuerpo. Siguiendo las órdenes de su voz la máquina principal se enciende y comienza a preparar el procedimiento. Le dedica una última mirada a Tim, quien se la devuelve con todo el amor del que es capaz y el anciano cierra los ojos, mientras todas las máquinas suenan y emiten distintos sonidos realizando su labor.

Cerca de una hora después de eso se da cuenta de que la operación ha sido un éxito al abrir los ojos, pero esta vez en un nuevo cuerpo, totalmente mecánico y ubicado en el gigantesco subterráneo de su taller justo donde lo dejó hace ya tiempo, de pie frente a todos sus hijos que lo esperaban desde hace años. Tim llega rápidamente hacia él, corriendo torpemente, y el anciano lo toma en una mano, colocándolo en su hombro. Se da la vuelta y observa a todos sus hijos, sus millones de hijos de distintos tamaños y capacidades, todos formados en filas y esperando que su padre les diga qué hacer. Les da una sola orden y empiezan a salir por la compuerta que está al final del recinto, dirigiéndose a la superficie, donde se extenderán en todas las direcciones aniquilando, sometiendo, y tomando posesión de todo el planeta, preparándolo para su padre, quien se encargará de gobernar este nuevo mundo con su pequeño Tim a su lado, su adorado hijo Tim.


(Imágenes: Vissyscrafts - Deviantart / Yo, Robot)